Él calla, crujen las esperas,
el día se repliega –como los caracoles-
dejando una señal larga y viscosa
en la mirada de los solitarios.
-La vida es una puta que te besa los ojos
para que no la mires mientras te desvalija.
Él hunde los zapatos en las huellas de ayer
hasta encontrar la puerta de su casa.
Impactan contra el cielo las palabras
y caen como cristales sobre un libro de mármol.
De unos labios gotea, en forma de silbido, la esperanza.
-La vida se maquilla
deshaciendo en sus manos los grumos de la tarde.
Él calla, crujen las esperas,
una verdad a medias,
un deseo,
la llave de una piel desabitada,
reposan junto a él.
La vida le da un beso,
le susurra,
-todo lo que tenías era mío.
Se viste,
se hace niebla,
se despide,
cobrándose el dolor y ocupando la esquina
que viste de burdel al cementerio.
Luis Oroz.