Para una poética
Aquella mariposa
con el abdomen atravesado por el frío
de un alfiler, no es ya
la mariposa. Ella
aún está en la flor,
sobrevolándola;
está enredada entre el color y el polen,
viva aún en el roce que dejó en sus estambres.
Tampoco es ya el poema
esa reseca cáscara que queda
sobre el papel, la frágil
arquitectura de sus nombres, ese
pentagrama de sílabas que quisieran ser pájaro.
Aquí, sobre el papel,
sólo está, bien curtida,
la piel que no revela nada más que el oficio
de un buen taxidermista.
Pero el poema
(su verdad no escrita,
sus vísceras calientes
no enfriadas aún por las palabras)
se quedó ahí, aún no pronunciado,
manando por la herida,
turbia voz del dolor,
sobrevolándonos.
( De Calendario de sombras)
Pedro A. González Moreno
Recitales y contemplación
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Es triste estar "literalmente" aislado.
Uno no puede ampliar, como quisiera, su "mirada" poética.
Cuando se interactúa (físicamente) en actos "literar...
Hace 13 años
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