(Fotografía de Miguel A. Navarro)
Señales
Nunca entendimos bien el porqué de las muescas,
el temor a lo efímero,
esa oscura obsesión de permanencia
que tienen los amantes cuando ya todo importa.
Doblábamos las hojas de los libros
que hablaban, sin saberlo, de nosotros,
marcábamos las fechas,
señalábamos
el instante final de los orígenes.
La vida era un espejo repetido mil veces,
una sola verdad,
un solo tiempo sucesivo
donde mirarse cada vez más lejos.
¡Sólo puede fallar lo que no existe!
repetíamos.
Después supimos que el amor se acaba
quedando
para siempre
tallado en la corteza de los sueños.
Luis Oroz.
6 comentarios:
Hermosísimo poema, Luis, lo cual no es nada nuevo. Disfruto del ritmo que nos regalas, esa cadencia de tus versos deslizándose tan suavemente.
Es verdad, somos contradictorios. Temblamos ante la posibilidad de lo efímero, del olvido, aspiramos a lo perdurable y, sin embargo, quizá seamos nosotros mismos (más aún nuestras obras o nuestros sentimientos) efímieros. O no, quién sabe.
Me ha parecido un lujo tu poema y como se ha adelantado Amando, no puedo más que confirmar sus palabras. Me gusta, en generaal tu "poesía del instinto". Bello, amigo.
Besos para tus versos.
Mil gracias, Amando, por esa generosidad que siempre ofreces.
Aspiramos a lo eterno, tal vez, sin darnos cuenta de que la eternidad está en nosotros mismos, en todo aquello que no puede marcarse.
Al fin y al cabo las señales son una prueba más de nuestra efimeridad.
Un fuerte abrazo, amigo.
Gracias, Isolda, por tu paso y tu huella.
Lo que es un lujo es disponer de sensibilidades como la tuya.
Un besazo, amiga.
Me fascina tu poema (y tu poesía), Luis, porque me desasosiega su verdad; aunque quiero convencerme de que el amor de ninguna manera muere, sino que se transforma. Un abrazo desde el Caribe.
Mil gracias, José Antonio. La transformación del amor, eso sería lo ideal. Un fuerte abrazo, compañero.
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