HUELLAS DE IDENTIDAD
Por qué tuvieron que ponerme un nombre
y añadirle detrás los apellidos
y así identificarme,
si yo quise nacer como la
lava de un volcán
siendo ceniza de metal o
manantial de esperma
saliendo de la gruta vaginal
de la carne...?
Por qué me amamantaron si hubiese
preferido
ser la primera gota que
desató el diluvio,
ser el último grano de arena
que saturó el desierto;
ser torre en el castillo y
amurallar mi cuerpo
con la piel de las piedras
de la misma manera que el mar
en la tormenta
se hace muro en las olas luchando contra el viento
y se hace impenetrable.
Yo no escucho la voz de la
conciencia
cuando me habla de
sentimientos puros,
amistades profundas, verdades
absolutas,
amores verdaderos, paraísos
perdidos o fiscales,
de la fauna salvaje enjaulada
en un parque,
de seres racionales que matan
a distancia
o me dice que un niño es tan
solo
un hombre en miniatura.
Esa voz me parece la de una
plañidera
que llora por dinero, desgarrando
en la noche
las desgracias del mundo.
Ahora tengo la conciencia tranquila:
me encuentro sosegado entre
la gran marea
de seres agitados ocultos en
su sombra.
No me engaño pensando que la
vejez es sólo
infancia y juventud tardía
acumuladas.
La energía de un toro, las
piernas de un atleta
son mi mayor nostalgia.
Las flores marchitadas y la
quietud del aire
son mi mayor tristeza.
Busco lo que no encuentro:
amigos infantiles,
la pureza del agua, el chopo
centenario al borde del arroyo
que ocultaba en sus hojas el
nido quejumbroso
en que nacía el viento,
las palabras con alma, el
alma de los cuerpos,
las sílabas del aire
convertido en aliento
que encuentran en los labios
la magia de los besos;
el bálsamo en la herida
por el aire y el sol
cicatrizada.
Detesto mis comidas sin
hambre, mis bebidas sin sed,
los fármacos prescritos
firmados con veneno,
las batallas ganadas por las
causas perdidas.
La vida es un instante que
surge de la nada
buscando el infinito.
Todo está en el presente.
Nada importa
lo que se ha de vivir ni lo
vivido.
Una pasión que atormentó la
mente
sangrando en la memoria
es tan solo un paréntesis de
angustia
que se quedó sin voz en el
olvido.
Si el mar es el origen
en que nació la vida de la
nada
por qué mirar abajo,
buscándome en el agua las
raíces profundas
si pienso seriamente que el
abismo es el cielo...?Ángel Santiago
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